Zampaglione Mujica, Sofía Natalia.
zampaglionesofi@gmail.com
Comunicación Social nunca fue mi primera opción. Para ser honesta, ni siquiera era una
opción. “Criminalista”, respondía a quien me preguntara qué quería estudiar, y, seguido de eso explicaba orgullosamente –y aunque nadie preguntara- cuál era la diferencia entre criminología y criminalística. Así de intensa era.
Allá por el año 2015, viaje a Córdoba para inscribirme en la “carrera de mi sueños”. Un sueño que no pasaría de ello, porque jamás encontré dicha carrera en la UNC. La salida que más se asemejaba, al menos para mí, era Medicina jurídica. La cara de mi papá cuando calculamos, más o menos, diez años de carrera, dejaba en claro que la opción estaba denegada.
Deambulando por Ciudad Universitaria, me topé con la Escuela de Ciencias de la Información. “Periodismo Deportivo”, fue lo que se me ocurrió en aquel entonces; aunque ésta era sólo una tecnicatura, así que decidí inscribirme en Comunicación Social para complementar.
Primer año me golpeó fuerte, y yo que creía que por salir de una secundaria con orientación en Humanidades, iba a hacer fácil. Definitivamente, Lógica no fue fácil, ni hablar de Sociología. Pero me topé con una materia que si me cautivó: Lenguaje I y Producción Gráfica.
Ahí comenzó un viaje lleno de ilusiones. Un día me despertaba y quería hacer revistas de moda. Otros días, me ponía a hacer fanzines. Y a veces, me inventaba juegos de palabras, al mejor estilo “Olé”, para usar como títulos.
Pero, por muy feliz que sonara durante ese primer trayecto, los siguientes dos años no se parecieron en nada. Ya no disfrutaba los talleres anuales, ni ninguna materia. En las cursadas hablaban de temas y autores que yo no conocía, y tampoco me interesaba conocer. Empecé a sentirme fuera de lugar, esta carrera ya no era lo mío. Irónicamente, durante este tiempo, en la Universidad de mi ciudad, abrían la carrera de Criminalística.
Así, mi panorama se volvió bastante “depre”. Quizás era el haber caído en la cuenta de estar lejos, muy lejos de casa. Quizás era ver mucho Investigation Discovery y seguir ilusionándome con aquel primer sueño. Quizás era el haber dejado de comprar novelas de ficción, para leer relatos policiales. Quizás era todo. De cualquier manera, nunca dejé la carrera. El ciclo básico lo transcurrí con mucho pesar, y jamás lo disfruté. No tiene caso mentir. Mirando siempre hacia atrás, sólo extrañaba aquel taller de Producción Gráfica que había cursado, llena de ilusiones, en primer año.
Como todos los años, volví a casa durante las vacaciones de invierno. Volví a la cancha con papá, a ver automovilismo los domingos, y a alentar por el Millo en la semana. Volver a casa siempre me ayuda cuando me siento perdida, y, por muy cliché que pudiera sonar, ese invierno reencontré mis sueños. Recordé entonces haber entrado a la carrera ilusionada con el Periodismo Deportivo, para luego enamorarme del Periodismo Gráfico. Reviví mis sueños de editar revistas y escribir noticias.
Actualmente, me encuentro cursando la Orientación Gráfica, en aquella carrera con la que tantas veces amagué dejar. Aunque, a diferencia del ciclo básico, hoy me encuentro mucho más llena de sueños que de dudas.
Comments