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La lucha empieza por casa

Zampaglione Mujica, Sofía Natalia


Cuando era más chica, siempre me emocionaba escuchar que nombraban a la Argentina en películas o series que veía. Siempre recalcaban lo lejos que estaba, la hacían parecer un lugar desconocido en el que se encontraban nuevas especies, o donde la gente escapaba para no ser encontrada nunca.

Hoy, un poco más grande, consumiendo más realidades que ficciones, escuchar nombrar al país en el exterior ya no tiene la misma gracia. De hecho, la última vez que escuche que nos nombraran fue porque un grupo de jóvenes liderado por una sueca de 16 años llamada Greta Thunberg, nos denunció en la cumbre de la ONU, como uno de los países que más gases de efecto invernadero emite a nivel mundial.

Las respuestas a la denuncia fueron rápidas. Por un lado, que los países denunciados contaminan, en conjunto, menos que Estados Unidos, China o India. Por el otro, que: "Argentina contamina muy poco en términos comparativos con los demás países", declaró el canciller Jorge Faurie.

Compararnos con otros países no opaca el hecho de que nuestro país, de igual manera, contamina. Según un estudio realizado por la ONG Climate Transparency, Argentina ocupa el número 29 en los países más contaminantes del mundo. Y, aún más importante, el tercero en América Latina; justo detrás de Brasil y México.

El puesto 29 no llega a representar el 1% de las emisiones de gases de efecto invernadero a nivel global, esto es cierto. Pero no porque se trate de un número pequeño, hay que darle menos importancia. Cuando comenzamos a delimitar un poco más la región estudiada, nos convertimos en un número mayor. Por ejemplo, aportamos el 17% de todas las emisiones atmosféricas contaminantes que se realizan en Sudamérica, según un informe del CONICET; y cuando se analiza el aporte per cápita el número trepa a 10 toneladas de dióxido de carbono anuales, que es más que lo que contamina un mexicano, un italiano o un brasileño.

La contaminación ambiental crece en la Argentina, lenta pero sostenidamente. Esto, potenciado por la agricultura, la energía, los desmontes, y quién sabe cuánto aumentaran los números con la explotación de Vaca Muerta, la cual será –teóricamente- uno de los grandes yacimientos del mundo.

No podemos seguir minimizando e ignorando la emergencia sustancial que está enfrentando el país, simplemente por ser un número más chico en comparación con otros países. La tendencia de mirar hacia fuera y no hacia adentro es un obstáculo para la comprensión de nuestros propios errores. Es urgente exigir que nuestros líderes realicen cambios radicales, y hasta que eso ocurra, comenzar la lucha contra la crisis climática con pequeñas acciones desde nuestros lugares y desde nuestras casas.

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