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Las sierras no se toman vacaciones

Retamal Borgogno, María Emilia.


Todos podemos evocar imágenes parecidas de una tarde de río. La corriente llevándose ojotas. La pesca de mojarritas. El mate con criollitos. El pariente exigente que buscaba el “lugar perfecto”, un equilibrio exacto entre arena, pasto y sombra. La brisa fresca del final de la tarde, que daba la señal de que ya era hora de irse. Son cosas que están

presentes en mi memoria, y probablemente en la de todos aquellos que alguna vez pasaron sus vacaciones en las sierras de Córdoba.

Por mi parte, solía pasar mis veranos en una pequeña ciudad de las Sierras Chicas donde vivían mis abuelos, Salsipuedes. Allí, las siestas eran sagradas, y el único entretenimiento de la tarde quedaba en la imaginación y en el "Zona de juegos" que salía en La Voz los sábados. A pesar de esto, esos veranos los recuerdo con una dulce nostalgia, impregnada del aroma a mermelada de ciruela, que mi abuela pasaba horas revolviendo.

No es un secreto que, para la mayoría de los argentinos, los destinos nacionales no sean la primera opción para vacacionar. Hay una clara preferencia por los viajes al extranjero, mientras que lugares como las sierras se ven como una alternativa más cómoda al bolsillo. En nuestro país, donde la devaluación es una vieja conocida que últimamente nos visita cada unos pocos meses, se hace cada vez más difícil acceder a los precios internacionales. Además, siempre está la posibilidad de que el dólar se dispare durante el viaje al extranjero y se termine gastando más de lo pensado.

Entonces, podemos llegar a la siguiente conclusión: las sierras son una opción más cercana, simple, económica y segura (en términos de estabilidad económica) para pasar las vacaciones. También se hacen viajes con períodos más cortos: según la Agencia Córdoba Turismo, la estadía promedio de la temporada pasada rondaría en 4,1 noches. Ésto muestra que ya la gente no se toma unas vacaciones largas, sino que las fragmenta a lo largo del año.

El considerar a las sierras como un destino “última opción”, nos deja mucho en qué pensar con respecto a las actitudes que tienen los visitantes hacia los ambientes naturales. La falta de conciencia ambiental deja resultados catastróficos que afectan el equilibrio de la naturaleza. Es común encontrar las riberas de los ríos llenas de basura, o turistas poco cuidadosos que generan incendios. Esto hace que muchos destinos tengan prohibido el desarrollo de ciertas actividades, por ejemplo, el uso de lanchas y vehículos que contaminan las masas de agua.

El respeto por el ambiente debería ser una constante, presente en todo momento, incluso (y sobre todo) cuando se pretende descansar. Nunca hay que bajar la guardia, o dejar de prestar atención a las acciones que ejercemos para con la naturaleza. Las sierras no tienen descanso de las imprudencias humanas. Ellas nunca tienen vacaciones.

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