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Marcas de una herida que no cierra

Alcantaro Saldaño, Milagros Dolores doloresmilagros19@gmail.com

Retamal Borgogno, María Emilia emiret97@gmail.com

Zampaglione Mujica, Sofía Natalia zampaglionesofi@gmail.com


Los desastres ambientales tienen la cualidad de no solo afectar al medio ambiente, sino también la vida de las personas. La noche del sábado 15 de febrero de 2015, en pleno festejo de carnaval, comenzó a llover a lo largo de todas las sierras. Como había sido un verano lluvioso, parecía ser otra lluvia estival, solo que en esa oportunidad cayeron más de 200 milímetros de agua en 22 horas. El agua que cayó fue tanta y en tan poco tiempo, que junto a las lluvias de la época, los ríos de las sierras se desbordaron hasta llegar a las casas y avenidas. Al otro día, más de dos mil viviendas se encontraban afectadas y, se supo días después, nueve personas perdieron sus vidas. El temporal se hizo sentir a lo largo de 70 km recorriendo las localidades de Ascochinga, Agua de Oro, Cerro Azul, Salsipuedes, Villa Allende, Mendiolaza, Unquillo, Jesús María y Sinsacate. Calles, puentes y vados se destruyeron, dejando a muchos vecinos y a localidades cercanas incomunicadas. Aunque las autoridades provinciales y municipales aseguran que este desastre se debió a la cantidad de agua que cayó en tan poco tiempo, los vecinos argumentan que, en realidad, las inundaciones se debieron a la deforestación progresiva que vienen sufriendo los bosques nativos que rodean las cuencas de agua. Además, el uso indebido del suelo por parte de la municipalidad, quienes permiten la edificación de casas en zonas cercanas al río, exponiendo a estas viviendas y sus familias a las inundaciones. Pasaron más de cuatro años desde ese trágico 15 de febrero, que quedará en las Sierras Chicas como una cicatriz de las vidas perdidas, los hogares destrozados y una tranquilidad que, hasta el día de hoy, no recuperan sus habitantes cada vez que llueve en abundancia. Desde entonces, el Gobierno Provincial entregó 156 viviendas a vecinos damnificados, pero todavía restan 51 familias que continúan esperando las suyas. Hoy en día, al recorrer las calles de las Sierras, a simple vista son muy pocas las pistas que recuerden aquel fatídico día. Sin embargo, cuando uno se adentra en los barrios o mira con más atención, rastros de aquel día siguen presentes; algunos con más fuerza que otros. Algunos vecinos siguieron buscando la manera de que este hecho no quede en el olvido y perdure en la memoria como lo que fue: un desastre ambiental agravado por la falta estatal, tanto en su prevención como en la búsqueda de soluciones.


Una de las causas por las que se producen inundaciones, es el emplazamiento de las construcciones en proximidades de las orillas de los ríos y arroyos más importantes, contradiciendo con la Ley Provincial de loteos 4146 (1949) que establece para nuevas urbanizaciones la obligación de generar un espacio no urbanizable con una distancia de 30m a partir de la línea más alta de creciente en períodos normales, pero que puede ser ocupada por avenidas de 20 m. Esta situación generó que muchos de los hogares quedaron destruidos luego de las inundaciones, y en situación de abandono. La arquitecta Soledad Acevedo, vecina de Río Ceballos, expresa: “Las viviendas arrasadas por el río se construyeron sin el asesoramiento de un profesional y por eso pasó lo que pasó. Para poder construir hay que ir a la municipalidad, pedir la normativa del terreno donde se quiera construir y dependiendo de eso aprueban o no los planos.Todo tiene que ver con que el municipio deja construir y avanzar la ciudad por intereses políticos y económicos, y después nos encontramos con situaciones como ésta”.

Las inundaciones urbanas se producen como resultado directo o indirecto de la modificación de circulación del agua en las ciudades, a través de superficies pavimentadas y edificaciones que producen un aumento del escurrimiento superficial, así como una disminución de la infiltración. La Resolución 395-04 (2004) establece un “deslinde provisorio” en caso de omitir el cálculo de la línea de ribera. En las Sierras queda incluido en una categoría que establece un retiro mínimo de 12 m medidos desde el eje del cauce permanente. A pesar de que existe esta resolución, en las ciudades fueron muchas las casas construidas, que no cumplian con los 12 metros de distancia. “En las Sierras hay mucha autoconstrucción, la gente compra un lote y comienza a construir sin tener en cuenta los factores de suelo de la zona. Todo tiene que ver con la regulación y el control, si el Municipio realmente controlara lo que se hace, esas cosas no pasarían”, añade la arquitecta. Entre esos factores, Acevedo menciona principalmente el desmonte, que está prohibido en las sierras, ya que causa la impermeabilización de los suelos. También la desviación de los cauces de los ríos es una práctica muy común en la zona que no cuenta con una buena regulación por parte de los municipios, los ríos vuelven a su cauce natural con las abundantes lluvias y se producen desastres.

Las inundaciones son causadas por crecidas repentinas de los cursos de agua que desbordan sus cauces ordinarios. En las Sierras Chicas, la inundación alcanzó los 2 metros de altura, y perduró esa cantidad de desborde por dias. Aquellas casas que permanecieron en pie se vieron afectadas por la constante presencia de agua, generando un ambiente de humedad, que hasta el dia de hoy permanece, como recuerdo de la tragedia de aquel dia.

El proyecto "Marca(s) de Agua”, es una iniciativa de la organización comunitaria Tagua, orientado a contribuir, acompañar y fortalecer el trabajo con vecinos de Unquillo que resultaron afectados por la inundación. Emilia Ruíz, miembro de la organización, cuenta que esta iniciativa surge en un contexto en que tanto la tragedia como los afectados dejaron de ser "tema de interés". Por esto, junto a los vecinos decidieron marcar en las casas o en puntos claves de los barrios, hasta donde había llegado el agua de las inundaciones del 15 de febrero. La idea de marcar el límite afectado de los hogares por las inundaciones, nació por la necesidad de los vecinos de no olvidar lo sucedido aquel día. Desde que realizaron las marcas, la organización impulsó como proyecto sacarles fotos a los vecinos con sus marcas de agua, para documentar la experiencia. Esta serie de fotos formó parte de numerosas producciones audiovisuales coordinadas por Tagua.

Luego de la tragedia, el Gobierno Provincial con apoyo del Gobierno Nacional, desarrolló un plan para recomponer los daños provocados por la creciente. Entregaron 156 viviendas: 80 en Villa Allende, 50 en Rio Ceballos, 18 en Unquillo y 8 en Mendiolaza. Sin embargo, aún hay 51 familias de Unquillo esperando por sus viviendas.

La entrega de las viviendas estaba estipulada para el 2018. Actualmente, la obra tiene un avance del 73% pero se paralizó en Julio de 2019. Frente a las múltiples manifestaciones de las familias en la Municipalidad de Unquillo, el Gobierno Provincial argumentó que la empresa constructora no cumple con los plazos previstos en el contrato. Por su parte, la empresa alegó falta de fondos para poder terminar con las construcciones. A raíz del conflicto, el gobierno provincial evalúa continuar -o no-, el contrato con la empresa constructora Portico SA y Coniser SRL.

Otro accionar del Gobierno luego de la tragedia, consistió en instalar por ejemplo, en Río Ceballos 6 sirenas de alerta temprana. Aun así, los vecinos manifestaron que resultaban inadecuadas ya que eran manuales, eléctricas y sólo medían un caudal. Esto puso en evidencia la necesidad de un plan real de prevención y alerta, que incluyera información a los vecinos sobre qué hacer ante una posible inundación. En la actualidad, las Sierras Chicas no cuentan con un plan efectivo de prevención, por lo que en temporada de lluvia regresa el temor de que vuelva a ocurrir una tragedia, en especial para aquellas casas que aún continúan ubicadas a escasos metros del río.

"Hoy ha quedado una imagen que me lastima, tu soledad, tu desdén, tu apariencia de gorrión herido como símbolo de derrota y de fracaso, porque te defraudaron. [...] Solitario y pobre, estás abierto a los ojos de todos exhibiendo tu miseria, y yo me hago espectador de mi propio fracaso. Tus casas averiadas, calles desiertas y desechos de ruina y abandono. Hoy mi desahogo es gritar que te olvidaron". Extracto del poema "Nadie sabe porque (a mi Pueblo)" (2016) de Cristian Lebón, dedicado a la catástrofe que sufrió Unquillo el 15 de Febrero de 2015.

 

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