Entrevista al biólogo Cristian Schneider, experto en gestión de áreas protegidas y sistemas de información geográfica.
Retamal Borgogno, María Emilia.
Córdoba es una de las provincias con mayor territorio protegido del país, siendo éste 24% de su superficie total. Con una amplia variedad de zonas geográficas, llanuras y cordones montañosos, posee mucha flora y fauna autóctonas, que cada vez más se ve amenazada frente al avance de las zonas urbanas. Por esta razón, se busca proteger estas especies en áreas protegidas, que deben ser gestionadas y planificadas por los gobiernos, situación que no siempre se cumple.
Cristian Schneider siempre mantuvo interés en la problemática de las áreas protegidas. Comenzó a estudiar biología, luego de no poder entrar al centro de formación de guardaparques, ya que ese año el centro tuvo problemas para admitir nuevos postulantes. Ya biólogo, no se sintió cómodo en el rol de investigador, por lo que se orientó a su interés original: la conflictividad ambiental. “Cuando los problemas ambientales son asumidos por la sociedad y comienza a afectar a las comunidades se dan los conflictos. Hay grupos que no quieren que eso suceda y se dan choque de intereses entre diferentes actores” comentó Schneider. Actualmente, es miembro de ACEN (Asociación para la Conservación y Estudio de la Naturaleza) y también forma parte de la Coordinadora Ambiental y de Derechos Humanos de las Sierras Chicas, desde donde buscan armar una red de trabajo de colaboración, coordinar acciones y abordar problemáticas tanto de las áreas protegidas como de la zona que las rodea. Cristian explicó que lo que mueve a la Coordinadora es querer ser activos en la toma de decisiones, “el bosque, el agua y la cuenca son nuestros ejes”.
En el transcurso de la conversación, nos cuenta que la mayor problemática de las áreas protegidas en la actualidad es que no están implementadas, es decir existen, pero no están en funcionamiento, son “de papel”. Las reservas deben contar con personal que esté trabajando para resolver los problemas y mejorando la situación natural de las áreas. Además, deben contar con un presupuesto asignado, con equipamiento y vehículos, así como planificación. Tiene que haber un plan de manejo operativo, con un documento que paute las acciones que se van a realizar para resolver las problemáticas. El biólogo señaló: “En el territorio siguen ocurriendo cosas que están incumpliendo leyes, como lo que sucede con el avance del mercado inmobiliario, el avance de la urbanización y los nuevos countries, la gente va comprando terreno y construyendo en ambientes naturales sin ningún acompañamiento del Estado”.
Cristian destacó que los mayores impactos son producto de negocios de grandes empresarios o holdings, quienes presionan al gobierno para que la situación no cambie. Afirmó: “Con su cuota de poder generan problemas importantes del funcionamiento natural, y el Estado no muestra interés ni voluntad de que la situación mejore, porque saben que cuando esa reserva deje de ser papel va a poner en jaque esos intereses económicos de estas empresas.”. Mientras tanto, quienes sufren las consecuencias ambientales son las personas que habitan la zona, ante lo que Schneider comenta: “Es una rueda entre lo que le es conveniente a los actores económicos y lo que le es conveniente a quienes detentan el poder, y en el medio estamos nosotros siendo inundados o teniendo crisis hídricas”
En el 2015 y producto de intensas lluvias, las sierras chicas sufrieron las inundaciones más graves de los últimos años, que dejaron gran cantidad de destrozos materiales y la pérdida de al menos 8 vidas. Se habían realizado numerosas denuncias de que la zona se encontraba en peligro de inundación ante el avance del desmonte y la deforestación. La expansión urbana y la impermeabilización del suelo por el asfaltado tuvieron estas fatales consecuencias. Sobre esto, Cristian comentó: “Sierras chicas es el gran ejemplo de los extremos, nos inundamos y mueren personas, y a los dos años hay crisis hídricas y no tenemos agua. Y se creen que es algo fruto de alguna divinidad, pero no, es fruto de acciones, y nosotros estamos despoderados”
Para el experto, la urbanización es uno de los impactos que más efecto tiene sobre el ambiente natural. Hay multiplicidad de negocios inmobiliarios que buscan transformar el sistema natural a urbano, sin tener en consideración las consecuencias que genera. También la urbanización reactiva el avance de la minería, debido a la cantidad de material que se necesitan para la construcción y las redes viales. Afecta tanto a los pastizales, bosques, a la cuenca hídrica y también a los vecinos, que pierden salud y calidad de vida por la cercanía a las mineras.
Finalmente, debatiendo sobre posibles soluciones a la problemática de las áreas protegidas, Schneider nos planteó la necesidad urgente de planificación. “No se está planificando, y si se hace es en una oficina con los grupos de poder o de interés económico, no se hace con la ciudadanía, ni siquiera se hace con el conocimiento científico que el Estado paga para generar. Ya hay leyes que dicen que hay que planificar, y se siguen sin cumplir”, explicó. Cristian concluyó que la planificación debe ser participativa, la sociedad tiene que visualizar y tomar conciencia de los problemas, para así poder formar parte de los procesos de decisión. Quienes habitan la zona, deben contar sus problemas para ayudarlos, y entre todos decidir si realmente se necesita que crezca la urbanización o la minería.
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