Redacción Lengua Verde
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La joven sueca Greta Thunberg se dirigió el pasado lunes a los líderes del mundo en el marco de la Cumbre sobre el cambio climático en la ONU. “Estamos en el comienzo de una extinción masiva, y todo sobre lo que pueden hablar es de dinero e historias de hadas de crecimiento económico”, expresó con angustia la joven de 16 años. Sus reclamos repercutieron y generaron opiniones variadas, en su mayoría destacando la valentía de Thunberg al hacer frente a las potencias del mundo. Pero también fue objeto de críticas, como, por ejemplo, la del Presidente Donald Trump, quien se expresó irónicamente en Twitter: “Parece una niña muy feliz, entusiasmada por un futuro brillante y maravilloso, ¡Qué lindo de ver!”.
Thunberg también encabezó, junto a otros dieciséis jóvenes de 12 países, una denuncia en contra de Argentina, Brasil, Francia, Alemania y Turquía. Se realizó a través de un Protocolo Opcional de Derechos del Niño, el cual permite a los niños pedir ayuda a la ONU en caso de que algún país no ponga solución a una violación de derechos. El informe describe la falta de acciones de estos países con respecto al cambio climático. En el caso de nuestro país, denuncia su apoyo e inversión en la explotación de combustibles fósiles, además de su falta de acción ante industrias contaminantes.Todo esto, teniendo en cuenta su participación en el Acuerdo de París, donde Argentina se comprometió a reducir las emisiones de gases de efecto invernadero.
La respuesta del canciller Jorge Faurie ante la denuncia fue rotunda: “La Argentina contamina muy poco en términos comparativos con los demás países”. También sostuvo que nuestro país tiene un rol muy activo en el cuidado ambiental, desde su participación en el Acuerdo de París, y que éste es un tema muy presente en la agenda del gobierno. Esta postura no se puede separar del interés nacional en la explotación de Vaca Muerta, la cual debido a su complejidad requiere de grandes cantidades de capital e inversión extranjera.
El calentamiento global está causado principalmente por las emisiones de dióxido de carbono, producidas en un 70% de la quema de combustibles fósiles. A esto se le suma la destrucción de sumideros de carbono, como los bosques y pastizales, que ayudan a reducir los niveles de carbono en el ambiente. La deforestación, la agricultura y la urbanización invierten la ecuación, y convierten estos sumideros en emisores de carbono.
La temperatura ha aumentado en 1.1° C desde el siglo pasado. Se considera que, con las emisiones actuales, hacia fines de este siglo podría llegar a 2° C, lo que causaría que 150 millones de personas mueran sólo por la contaminación del aire. No es
sorprendente, entonces, la preocupación que Greta y muchos otros jóvenes tienen con respecto al futuro del ambiente, que parece cada vez más cercano y menos prometedor. No se puede negar que es más fácil mirar para otro lado, preocuparse del hoy, del poder y de la ganancia económica y que la sociedad del futuro lidie con las consecuencias.
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